Los estudios más recientes sobre la funcionalidad hepática en edad avanzada, han demostrado una cierta reducción de la actividad del hígado, una disminución de su volúmen y peso, así como alteraciones macroscópicas de su estructura. Estos cambios, parecen relacionarse por un lado como la reducción de la demanda metabólica del organismo avejentado y por otro, como la disminución fisiológica del flujo sanguíneo.
Por otra parte, las alteraciones de las funciones enzimáticas (aumento de la actividad de las hidrolasas, reducción de las oxidasas y de las enzimas respiratorias celulares) reducen la actividad depurativa del hígado.
Los riñones también ven reducir su peso y volúmen. Los glomérulos renales, cuya función es filtrar la orina, reducen su número sin que se altere al menos aparentemente su estructura. De todas maneras se producen ciertos déficits funcionales:
La reducción de volumen del filtrado de los glomérulos
La reducción de la capacidad de reabsorción tubular.
La actividad de los riñones se conserva discreta hasta bastante avanzada la vejez a pesar de que se incrementa su capacidad pa retener el agua y el aumento de la concentración de orina. Por otra parte, la pérdida de capacidad de escindir la vitamina D3 en sus metabolitos activos, trae como consecuencia efectos en el metabolismo del calcio siendo la osteoporosis, una de sus consecuencias