Con su forma, dimensión y su tono, los músculos definen el aspecto general de la figura humana y mantienen las correctas relaciones entres las diferentes partes del cuerpo. Además, su capacidad de concentrarse hace posible el movimiento. Estas funciones se ven favorecidas por la elasticidad y una buena capacidad de hacer trabajo aeróbico, lo que presupone una óptima circulación sanguína y una oxigenación adecuada.
La eficaz actividad muscular también requiere una buena coordinación neurosensorial y unas articulaciones muy elásticas, de manera que no limiten o coloquen obstáculos a los movimientos. El esqueleto debe ser sólido y contar con unos componentes conectivos y cálcicos óptimos para poder resistir todos los esfuerzos.
A medida que pasan los años, un progresivo deterioro comienza a afectar el aparato locomotor:
Las cápsulas de las articulaciones se vuelven rígidas y el material cartilaginoso se detereriora por lo que los movimientos son más limitados.
Los músculos se acortan y se debilitan porque en ellos predomina ahora el componente adiposo-conectivo sobre el contráctil; la situación se acentúa con el sedentarismo y su uso reducido, que puede agravar los fenómenos de osteoporosis relacionados con la situación hormonal.
Alteraciones graves pueden aparecer en la columna vertebral: la atrofia de los discos intervertebrales y de las mismas vértebras causa la reducción de la altura de la persona y fuertes alteraciones en la postura.