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El jet lag o síndrome de los husos horarios, es una suerte de trastorno padecido por quienes recorren grandes distancias en avión, avanzando o retrocediendo a una zona horaria muy diferente a la del lugar de origen. Sucede que el reloj biológico interno no se adapta con rapidez al horario de destino incidiendo sobre los tiempos de sueño y vigilia, apetito, etc.
Los trastornos más significativos aparecen cuando se viaja a diferncias horarias de entre cuatro y doce horas. Así mismo, los viajes en sentido occidental son tolerados mejor que los que se realizan en sentido contrario, esto sucede porque los viajes hacia el oeste la experiencia subjetiva es la de un día que se alarga, mientras que en sentido contrario, éste se acorta y saltea horas de sueño.
El cuerpo humano se rige por ciclos de 24 hs. Denominados “ciclos circadianos”, en los cuales ciertas hormonas son segregadas en diferente cantidad de acuerdo al momento del día. Por ello es que por la noche solemos tener sueño y estamos activos durante el día. La adaptación de estos ciclos a un país con otro huso horario no sucede inmediatamente, por el contrario, puede durar varios días produciendo irritabilidad, somnoliencia, trastornos digestivos, etc.
Aumentar levemente las horas dedicadas al sueño antes de viajar permitirán al organismo afrontar más adecuadamente el cambio horario.
Si bien esto resulta muy difícil, es conveniente intentarlo sobre todo respecto a los horarios del sueño y alimentación. Esto ayuda a que la adaptación sea más rápida.
Las caminatas al aire libre u otro tipo de ejercio físico moderado, pueden ayudar a adptarse más rapidamente. Por otra parte, ayuda a sostener la vigilia preparando al cuerpo para el descanso nocturno.
Infusiones como la valeriana o el tilo, un baño relajante, una buena cena, pueden ayudar a conciliar el sueño en el horario local. Es importante evitar el insomnio a fin de no dilatar la adaptación.