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Dado el tamaño de los aviones y la cantidad de pasajeros transportada, hace que los espacios sean realtivamente pequeños, por lo tanto, la mayor parte del tiempo la mayoría de las personas deben permanecer sentadas en sus butacas. Las caminatas son limitadas y breves. En efecto todas las actividades posibles (leer, cenar, ver una película, conversar) las haremos sentados.
Por otra parte, es frecuente que durante los viajes en avión olvidemos hidratarnos adecuadamente aún cuando esto sea perfectamente posible. Si a esto se añade el consumo de alcohol y la sequedad ambiental, es posible que tenga consecuencias negativas sobre el organismo.
Una deshidratación ligera y la escasa movilidad hace que la circulación sanguínea se vuelva más lenta por lo cual pueden formarse trombos en las venas, especialmente en las piernas. Pero estos trombos pueden romperse más adelante y generar complicaciones graves. Si bien el desarrollo de una trombosis venosa por viajes en avión es infrecuente, nada se pierde previniendo.
Llevar ropa cómoda durante el vuelo significa evitar ropas ajustadas que pudieran dificultar aún más la circulación de la sangre que asciendo por las venas.
En la medida de lo posbile, es aconsejable levantarse en el avión una vez por hora y dar paseos de cinco a diez minutos, procurando contraer los músculos de las pantorrillas.
En ocasiones, no es posible movernos del asiento, ya sea por las características del viaje o por el tamaño del avión. Se aconseja en estos casos mover los pies hacia arriba y hacia abajo
Ubicados en el pasillo, con las manos apoyadas sobre el respaldo de las butacas enfrentaadas en uno y otro lado, agacharse flexionando las piernas, de puntillas y sin curvar la esplada. De eta manera, es posible estimular la circulación. Lo ideal es realizar este ejercicio durante cinco a diez minutos por hora.
No debemos olvidar beber suficiente agua. Lo aconsejable son dos litros diarios y lo aconsejable es llevar una botella propia para evitar la molestia de solicitar agua a las azafatas tantas veces. Cabe tener en cuenta que el café es un diurético y que el alcohol también favorece la deshidratación.